Lo repaso todo mentalmente y creo que no me falta nada: la ropa de la moto, que la llevaré puesta, con los guantes, las bragas para el cuello y, por supuesto, el casco; el navegador GPS, con su correspondiente cargador y el soporte para sujetarlo en el manillar; el mapa de carreteras, el ordenador portátil para seguir alimentando (con sustancia verdadera) este relato inacabado e inacabable, la cámara de fotos, el teléfono móvil y sus respectivos cargadores.
La maleta está hecha, a falta del cepillo de dientes; he comprado paracetamol, ibuprofeno y alcaseltzer; el regalo para mi hermano, lo otro que le llevo que él no debe saber que llevo; la camisa, la corbata y los zapatos para la boda (el traje lo lleva mi madre en el avión); los papeles de la moto revisados (aún debo recoger la carta verde), la tarjeta sanitaria actualizada, el pasaporte, por lo que pudiera pasar…
Dejo pendiente sólo, espero poder hacerlo el sábado, la preceptiva visita al Señor de la Salud y Buen Viaje, si no al de San Lorenzo (uno no es muy creyente, o sí, no lo sé; pero nunca está de más) y lavar la moto antes de partir.
Por cierto, prometo hacerle fotos en este viaje, que no tengo muchas de mi preciosa estrella de medianoche.