He amanecido en Villalcázar de Sirga con cierta preocupación por la moto. Ayer, al dejarla aparcada, se le encendió el piloto rojo del aceite y a mí se me abrieron las carnes. Esta mañana, lo primero que he hecho al levantarme, antes de desayunar (con lo que yo soy con el desayuno), ha sido arrancar la moto y comprobar que todo estaba bien. Y, aparentemente, al menos, todo está correcto. La iré observando, pero hoy, hasta el momento en que escribo esto en Támara de Campos mientras espero a que abran la iglesia (o el bar), no ha vuelto a encenderse el piloto. Crucemos los dedos.
Yo creo, lo pensé anoche mientras buscaba por internet información sobre cada cuánto tiempo o cada cuántos kilómetros hay que cambiarle el aceite a la moto (se lo cambié en mayo) y dónde había un taller en los alrededores de Villasirga, que pudo haber sido por la inclinación del terreno habilitado como aparcamiento del hostal. No me quedé muy tranquilo, y esta mañana he localizado ya un lugar en llano donde dejar la moto aparcada todos estos días.
Mientras desayunaba, Rafa, el cuñado de Lourdes, la propietaria del hostal, me ha preparado cinco o seis días de rutas por la provincia de Palencia. Yo se lo agradezco enormemente, porque eso me ayuda bastante a organizar mis rutas. Pero quizá no necesite tanta profusión de detalles, ni tantos lugares que visitar por día como él me proponía, pues me pienso tomar estas vacaciones con mucha calma. Con kilómetros, sí, pero sobre todo con calma.
Ermita de la Virgen del Río
Aun así, hoy me ha cundido bien el día. Me está cundiendo, vaya, que aún no ha terminado. Quería empezar visitando Villasirga (sí, es lo mismo que Villalcázar de Sirga, pero más corto), pero la iglesia fortaleza de Santa María la Blanca, sede templaria, no abría hasta las 11.00 horas. Y yo, con el regomello, que diría un granaíno, de la moto, estaba en planta desde mucho antes. Así que, después de desayunar me he ido caminando hasta la Ermita de la Virgen del Río, que está a kilómetro y medio de Villasirga.
El señor que atendía a los visitantes, mayormente peregrinos del Camino de Santiago, aunque este año, según me contaba, han bajado mucho los que han hecho el Camino durante el verano, seguramente por el calor que ha hecho; pues este señor, decía, me ha explicado que la ermita se construyó en dos veces. La construcción original data del siglo XII. Es la parte baja y se distingue bien por las piedras en la base de los muros.
Poco después, la ermita se abandonó, tras la construcción de la iglesia templaria, mucho más grande, que atrajo más comercio y más transeúntes hacia ella de lo que era capaz la primitiva iglesia. También se llevó a la población, que poco a poco y, sobretodo, después del terremoto de Lisboa (1755), que arrasó lo que quedaba del núcleo de población original de Villasirga (así como de la ermita), se terminó implantando en lo que hoy se conoce como Villalcázar de Sirga. El pueblo se terminó de trasladar, pues, a su actual ubicación, y la ermita se volvió a levantar, aunque, lógicamente, con los materiales, las técnicas y el estilo arquitectónico propios del siglo XVIII: el Barroco.
Santa María la Blanca en Villasirga
Después he vuelto andando a Villalcázar de Sirga y he hecho tiempo a que abrieran la iglesia tomando un café a los pies de la colegiata, en el bar Las Cantigas (en recuerdo a la obra de Alfonso X), rodeado por los mismos peregrinos con los que he coincidido en la Ermita de la Virgen del Río, donde el señor que me ha estado contando la historia de la iglesia les ha sellado la credencial, que cambiarán, a su llegada a Santiago, por la Compostela.
Él tendría que haber abierto la ermita también a las 11.00 horas. Cosas de la Iglesia, según me ha dicho. Pero entiende que a esa hora los peregrinos que amanece en Frómista ya han pasado y que por esa razón él prefiere llegar más temprano para poder abrir la iglesia a tiempo de que la puedan visitar los peregrinos.
La encargada de la iglesia de Villasirga, Che, de María José, no. Muy amable, muy solícita y muy habladora… pero no abre antes de las 11.00 horas. Y tampoco ha sido, al menos hoy, especialmente puntual. Pero, bueno, estamos de vacaciones y no tenemos prisa.
La iglesia es mucho más bonita por dentro de lo que por fuera da a entender. La robustez exterior se transforma en fina elegancia en su interior. Es de estilo románico en clara transición hacia el gótico, y tiene hasta tres vírgenes blancas: la del friso exterior, labrada en piedra en el frontispicio de la entrada porticada, la del retablo del altar mayor, y una talla en madera policromada ubicada en el interior de la iglesia, junto a la tumba del infante don Felipe de Castilla, hijo de Fernando III el ‘Santo’ y de Beatriz de Suabia, y hermano de Alfonso X ‘El Sabio’.
En el centro del Camino
Esta imagen es, según la tradición, la que inspiró las Cantigas de Alfonso X, en las que se cuentan (y cantan) los milagros de la Virgen Blanca, algunos de ellos con los peregrinos del Camino de Santiago como protagonistas. La visita vale la pena. Creo que son tres las veces que he estado en este municipio y hasta ahora nunca había podido visitar la iglesia.
Tras salir de la iglesia he cogido la moto y me he dirigido hacia Frómista. Reconozco que, a mí, la iglesia de San Martín de Tours me vuelve loco desde que la ví en fotos por primera vez en un libro de Historia del Arte. Ya la había visitado anteriormente en dos viajes diferentes (buena parte de mis escapadas siempre pasan por Frómista), una vez con Emilio y otra con Beatriz, pero hoy he vuelto a hacerlo.
Me he podido incorporar a una visita guiada que acababa de empezar, que nos ha permitido conocer la historia de esta iglesia, que los estudiantes visitan por el románico y los arquitectos por su (polémica) restauración, según la guía. Tanta pureza, tanta belleza, tanta perfección no resulta creíble… Luego nos hemos desplazado todo el grupo (en él venía también Odón Elorza, estoy seguro de que era él) hasta la iglesia de San Pedro. San Martín es del siglo XI y ésta del XVI. Cinco siglos se notan.
El Canal de Castilla y Támara
La visita terminaba en la iglesia de Santa María, convertida en un espacio museístico dedicado al Camino de Santiago, en cuyo punto intermedio entre Roncesvalles y la capital compostelana se encuentra Frómista, cuna, por cierto, de San Telmo, patrón de los mareantes y centro artístico y espiritual muy importante.
Después de comer, mal y caro, he vuelto a coger la moto. Tras detenerme a contemplar las esclusas del Canal de Castilla que hay a 900 metros de Frómista, me he venido hasta Támara de Campos. El canal de Castilla es una espectacular obra de ingeniería iniciada en el siglo XVIII para llevar el grano de Castilla a los puertos marítimos del Cantábrico, que aún hoy funciona, si bien su uso está más enfocado hacia el riego agrícola .
Támara es otra población surgida en torno a una iglesia, la de San Hipólito. Muy bonita por fuera (por dentro espero poder verla en breve). Según el cartel de la puerta, abre a las 17.00 horas. El bar que hay al lado no lo hace hasta las 18.00 horas. Quedan 20 minutos para que abra la iglesia. Hace buena temperatura y sólo se oye el silencio…