Ha vuelto a salir el sol. El día ha sido espléndido. Sin nubes. Al norte de la provincia de Palencia, sólo algunas de ésas que tiñen de algodón blanco el azul brillante del cielo. He vuelto a coger la moto y le he hecho, a ojos de buen cubero, unos doscientos kilómetros.
He subido al norte y he visitado tres enclaves espectaculares: el monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, la iglesia de San Juan Bautista de Moarves y la iglesia de Santa Eufemia, el único vestigio del primitivo convento de las primeras frailas comendadoras de Santiago que queda en pie. El exterior de la cabecera, el ábside y las dos capillas laterales, recuerda mucho a la iglesia de San Martín de Frómista. El interior es bien diferente. Es una iglesia del siglo XIII, con elementos que anuncian ya el primer gótico. La de Frómistá es del siglo XI.
El monasterio de San Andrés de Arroyo es románico en su origen, y una preciosidad. Vale la pena desviarse aunque sólo sea para ver el claustro y la sala capitular, además de la iglesia, ya que el resto es clausura, para el uso y disfrute sólo de las nueve monjas que habitan hoy el monasterio.
De San Juan Bautista de Moarves, ¿qué decir? Su portada es uno de los principales exponentes de la escultura románica y se empareja con el friso de la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes. Llama la atención, también, la pila bautismal que se conserva en la iglesia, que repite el mismo motivo del friso exterior de la portada, el Pantocrátor, flanqueado por los doce apóstoles. Sólo que en la pila bautismal aparece una décimotercera figura no identificada. ¿Quién podrá ser?
Ruta de los pantanos
He continuado hacia Cervera de Pisuerga para iniciar allí la llamada ruta de los pantanos, 54 kilómetros de curvas lentas que finalizan en Velilla del Río Carrión. Los paisajes de la ladera palentina de los Picos de Europa son espectaculares. Pero duele ver el estado real de los pantanos que se suceden a lo largo de la carretera, algunos prácticamente secos. En fin… A ver si llueve en condiciones, pero mejor cuando ya esté yo en casa.
Mañana es mi último día aquí. Tiraré para Carrión y, probablemente, a Frómista. Tengo la sensación de estar viviendo unas vacaciones de verdad por primera vez en mucho tiempo. No siento que haya sido sólo un viaje. Han sido, como digo, unas vacaciones. Esa sensación de tiempo detenido, esas conversaciones con la gente del pueblo, con los hospitaleros, con los peregrinos…
Este año es un año complicado para mí, por muchos motivos y por algunas ausencias muy importantes. Me acompañan los recuerdos, las experiencias compartidas mientras se pudo. He intentado que esta vez no haya habido lágrimas, pero sí sonrisas.