El universo cinematográfico de García-Pelayo

Gonzalo García-Pelayo presenta en Sevilla la finalización de su ambicioso proyecto de rodar 11 películas en un año (a las que hay que sumar sus correspondientes making of y un making of de todo el proceso).

¿Cuántas estrellas hacen galaxia? ¿Cuántas galaxias caben en el universo? ¿Y cuántos universos diferentes caben en el universo cinematográfico de Gonzalo García-Pelayo? El cineasta se ha convertido en un año en uno de los más prolíficos creadores españoles del momento, si no en el que más.

En los últimos 12 meses se ha puesto, según el volumen de su producción, al nivel, por ejemplo, de Luis García Berlanga, que, entre Esa pareja feliz (1951, dirigida junto a Juan Antonio Bardem) y París-Tombuctú (1999), firmó una veintena de títulos. O de Bigas Luna, que dirigió también otras 20 películas, aproximadamente, desde su estreno como director en 1976 con Tatuaje hasta 2010, cuando firmó su último trabajo, DiDi Hollywood.

Gonzalo García-Pelayo, desde Manuela (1975) y hasta hoy ya lleva realizadas, aproximadamente, las mismas películas o quizá alguna más que Bigas Luna o García Berlanga, con quienes conforma la terna de grandes erotómanos del cine español, con el permiso de Jess Franco. La diferencia con ellos es que García-Pelayo ha firmado la mitad de su producción en el último año y que, desgraciadamente, ni el catalán ni el valenciano pueden seguir haciendo películas. Así que ¡quién sabe hasta dónde puede aún llegar!

’10+1′ es número primo

Pero el universo cinematográfico de García-Pelayo no es una cuestión sólo de números. Ni siquiera tratándose de alguien que lleva toda su vida apostando por la cantidad y que acaba de escribir un libro sobre la conjetura de Goldbach y los números primos. El 11 es uno de estos números primos. Y 11 son las películas, 10+1, que acaba de terminar de rodar y se encuentran en fase de montaje, con algunas ya terminadas.

El universo de García-Pelayo va mucho más allá y, por ello, sus películas retratan (¿recrean?) galaxias humanas muy diferentes, con narrativas igual de diversas. Si en el primero de los títulos del proyecto “10+1”, Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo, retrataba el universo musical de los artistas de la Plaza del Pelícano en Sevilla, en el segundo, Ainur, hablaba de la universalidad del amor y de la búsqueda de éste entre reflejos y espejismos. La tercera película, ese falso making of que es Así se rodó Carne Quebrada, rodada en exteriores y espacios naturales, retrata cómo la naturaleza se abre paso pese a los intentos del ser humano por constreñirla. 

Las dos últimas películas montadas son Alma Quebrada, una suerte de reverso de la anterior, y Chicas en Kerala, rodada en La India. La primera, con la música (ese otro lenguaje universal) como hilo conductor, le canta a las emociones («Las historias se olvidan, lo que queda es la emoción») y especialmente al desgarro que produce el amor. «¿Qué es el amor, sino herida que sangra?», canta Laura Marchal. Cuatro personajes, cuatro cantantes extraordinarios, cada cual con su propio registro (Selina del Río, José de los Camarones, Nagot Picón y la mencionada Laura Marchal) y un puñado de hermosísimas canciones, con letras de Santa Teresa de Jesús a Luis Eduardo Aute.

Parte del equipo que, junto a García-Pelayo y Gervasio Iglesias, ha hecho posible el proyecto. (Foto: Isabel Galavís)
Parte del equipo que, junto a García-Pelayo, ha hecho posible el proyecto. (Foto: Isabel Galavís)

Canción y llanto

Como se ha apuntado, es el reverso espiritual de la carnal Así se rodó Carne Quebrada. Y también está rodada en exteriores y en buena parte en escenarios naturales. Aunque no solo. La secuencia en la Plaza de la Villa de Arévalo con Jesús del Gran Poder como protagonista central de la misma, particularmente, me parece muy hermosa. Quizá por algún tipo de vinculación emocional que mantengo con el sitio y la imagen de Juan de Mesa. Aunque la película atrapa desde el arranque, con ese primer plano de Selina del Río llorando y cantando «que te quedes conmigo, mientras todo se quema».

Chicas en Kerala es una especie de road movie protagonizada por Silvia Rubí (una de las protagonistas también de Así se rodó Carne Quebrada), Cristina García-Pelayo y una jovencísima (¿qué tendrá, un año?) Lucía García-Pelayo por escenarios impagables de La India. «Viajar es soñar», dice uno de los textos de Luisa Grajalva que se escuchan a través de la voz en off. Y aprender observando con la mirada limpia de un niño, otra necesidad universal.

Final de un año de rodaje

García-Pelayo, con el productor Gervasio Iglesias, responsable de La Zanfoña Producciones, y una amplia representación del equipo que lo ha hecho posible, ha presentado el proyecto concluido en Sevilla, donde todo empezó hace justo un año, con el rodaje de la película sobre los artistas de la Plaza del Pelícano. Aún faltan algunas películas por montar, lo que Garca-Pelayo confía en terminar antes de agosto.

Las que faltan son Diario Tamil, rodada como Chicas en Kerala en La India, Arde!, Siete Jereles, Tu coño, Pensamiento insurrecto y El otro lado de la realidad, basado en el libro del mismo nombre de Luisa Grajalva, guionista de varias de las películas del proyecto más ambicioso (hasta la fecha) de Gonzalo García-Pelayo.

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