Cualquiera que esté leyendo estas líneas habrá podido llegar fácilmente a la conclusión de que al fin pudimos sobrevivir a la noche de terror en aquel hotelito del terror. La verdad es que no había para tanto. Es más, hasta ahora ha sido uno de los sitios más encantadores en los que hemos pasado la noche. Primero por sus vistas, impresionantes, hermosas, que nos brindaban los primeros Alpes casi al alcance de nuestra mano. Y, en segundo lugar, por todo lo demás: precio, calidad del servicio y amabilidad de nuestros anfitriones. Al margen de la cuestión idiomática (si ellos no hablban ni español ni inglés, nosotros no somos capaces de pronunciar una sola palabra en alemán que no sea ‘danke’ o ‘guten morgen’, y que, dicho sea de paso, pronunciamos entre dientes para disimular nuestra mala dicción en el idioma local), han hecho lo posible por que estemos a gusto el rato de dormir, que para eso están los denominados ‘zimmer’.
Es la mejor opción para los viajeros. Distinto es el caso de los turistas, que tal vez le pidan al hotel otras cosas. Pero el viajero, que llega, pasa la noche y, a la mañana siguiente, cuanto más tempano mejor, retoma su camino hacia un nuevo destino, no le va a sacar más partido a un hotel de cuatro estrellas que a un humilde zimmer, pero le va a costar infinitamente más caro. Es un tipo de alojamiento muy similar al de los Bed & Breakfast británicos, es el mismo concepto. Y también incluyen el desayuno, aunque en esta ocasión no sirvan huevos ni bacon. Son casas particulares que indican, con un cartel en la ventana, que tienen camas libres (zimmer frei) a disposición de quien las necesite.
En Francia hicimos noche en los establecimientos baratos de una cadena hotelera, que conforme baja los precios de sus servicios sube la cantidad de plástico en las habitaciones. En Alemania, de momento, estamos durmiendo en estos zimmer. El del primer día en Neustadt nos resultó algo más caro de lo que tal vez esperamos, aunque seguía estando dentro del presupuesto que nos habíamos planteado. Pero el resto de los días dormir nos ha salido por bastante menos dinero del imaginado. Y con desayuno incluido. A ver qué ocurre a partir de mañana, que nos dirigimos a Munich, donde, según parece, todo está ocupado desde hace tiempo con motivo del Oktoberfest. Aunque algo encontraremos, estoy seguro. Y esta vez, esperemos que con wifi de nuevo.