Sólo nos quedan 829 kilómetros para llegar a Santiago de Compostela. Menos de lo que llevamos recorrido y bastante menos de lo que finalmente habremos recorrido al término de este viaje. En la lonja, en una de ellas, de la Catedral de Jaca, un cartel indica la distancia que hay hasta el final de la peregrinación. Jaca, exactamente Somport, es uno de los puntos de arranque del Camino francés, pero me llevo la impresión de que no es muy jacobea que digamos. Se lo digo a Belén, la guía que nos enseña la Jaca medieval, y me dice que el camino sí está presente, aunque hay que fijarse. En la Catedral de Jaca, San Roque y San Cristóbal, ayudantes de peregrinos, flanquean una capilla barroca en el templo románico. Ni rastro del apóstol. En la calle, sí, algunas conchas en el suelo, van marcando el camino de los peregrinos, de la Catedral al hospital de peregrinos -a su espalda e actual albergue- y del hospital, abandonado desde los años 80, a la iglesia de San Salvador y San Ginés.
Pero del apóstol Santiago no hallamos ninguna referencia. Para matamoros, no obstante, se bastaban los jacetanos, en cuyo escudo aparecen cuatro cabezas moriscas decapitadas. Alianza de Civilizaciones en estado puro. No de los moros, sino de los hugonotes franceses, habría de proteger la ciudadela mandada construir por Felipe II en el cambio el siglo XVI al XVII. Los sucesivos acuartelamientos que tuvieron sede en la fortaleza, de forma pentagonal y con cinco baluartes en sus vértices que le conforman una peculiar forma de estrella, casi no entraron en batalla. Una vez, y ganaron los franceses, que se atrincheraron en su interior al dejarla abandonada los españoles, que salieron huyendo. Casi sin pegar un tiro. O algo así. Emilio y yo no somos capaces de recomponer la explicación, no demasiado rigurosa, que nos dio la guía que nos enseñó la fortaleza. Claro que la muchacha, que ponía empeño, tampoco supo darme una respuesta demasiado satisfactoria cuando le pregunté por qué había tantos ciervos en el foso de la ciudadela. «Porque los trajeron de la ciudadela de Pamplona en 1973». Ah, ya me queda claro.
Mañana volveremos a ponernos en ruta. Nos esperan San Juan de la Peña, el castillo de Javier, el monasterio de Leyre y Puente La Reina, entre otros lugares jacobeos. Regresaremos a Jaca a dormir, pero antes pasaremos también por Roncesvalles. A ver qué carreteras nos encontramos.