Un paso y después otro

Hoy hemos dado unos 42.000 pasos. Aproximadamente, unos 30 kilómetros, los que separan (a pie) Pontedeume de Ferrol, de donde partíamos. No ha sido un camino complicado. Algunos repechos, que hemos salvado sin demasiada dificultad. Ha sido incómodo por la lluvia que nos acompañó en el arranque y por el asfalto y el cemento que hemos pisado en esta primera etapa del Camino Inglés.

Lo más difícil es tomar la decisión. O las decisiones, que son varias. Si lo haces o no, lo primero. Y después, que cuándo, que cómo, que desde dónde, que con quien… decidir todo eso es lo más difícil. Y luego ponte a preparar la mochila. Lo que viene a continuación es fácil, sólo un paso y luego otro…

Hoy hemos dado unos 42.000. Aproximadamente, unos 30 kilómetros, los que separan (a pie) Pontedeume de Ferrol, de donde partíamos. No ha sido un camino complicado. Algunos repechos, que hemos salvado sin demasiada dificultad. Ha sido incómodo por la lluvia que nos acompañó en el arranque y por el asfalto y el cemento que hemos pisado en esta primera etapa del Camino Inglés.

Lo que más pesa es el miedo. Y después, la pereza. O al revés, no estoy seguro. Lo ideal es caminar ligero de equipaje, como en la vida. Sin ataduras, sin lastres, sin preocuparnos mucho más allá de lo inmediato. Ni por qué comeremos ni por cómo nos vestiremos. Como las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y aun así se alimentan (Mateo, 6:26). Pero, ¿cómo se hace eso?

El miedo es, pasa siempre, a lo desconocido, a la frustración… ¿Seré capaz, me gustará este tramo, encontraré dónde comer? ¿Y dónde dormir? ¿Podré caminar bajo la lluvia y disfrutarlo, tendré la valentía suficiente para desconectar de la vida que dejo atrás, siquiera por unos días?

La respuesta es, siempre, sí. Pero cuando uno se echa a la espalda la mochila desconoce los detalles. Hoy hemos tenido que caminar casi seis kilómetros antes de poder desayunar. ¿En Ferrol no hay donde desayunar? Seguro que sí. Nosotros hicimos el tramo desde el puerto, donde se inicia «oficialmente» el camino, al hostal donde nos quedamos el domingo la noche que llegamos. Y desde el hotel al polígono de Gándara, hoy, no nos hemos encontrado con ningún bar. O, mejor dicho, con ningún bar abierto.

Al final desayunamos. Y hemos comido en el camino los bocadillos y la fruta que no nos comimos el domingo. Plan perfecto, pan un poco blando. Pero que todo sea eso.

La lluvia nos pilló antes de salir de Ferrol y antes de desayunar. Íbamos preparados. Al retomar el Camino tras el café ya no volvimos a necesitar los chubasqueros. La humedad permaneció (el tramo bordea y cruza la ría de Ferrol y la desembocadura del río Eume), a veces con frío, otras veces, pocas, con sol… Pero sobrevivimos a la lluvia, al frío y al hambre.

A lo largo de la mañana nos hemos encontrado a varios peregrinos que empezaban, como nosotros, el camino en Ferrol. En Pontedeume hemos coincidido con algunos en la puerta del albergue, que estaba cerrado desde las 14.00 a las 16.30 horas. Nos ha parecido extraño, pero así es el Camino. Un cartel en la puerta remitía a los peregrinos a inscribirse en la Oficina de Información Turística para alojarse en el albergue, que también estaba cerrada.

Hemos hecho tiempo y, casi dos horas después, la persona que ha abierto la oficina ha informado de que no quedaban plazas disponibles en el albergue. No pasa nada. San Google al rescate. San Google y el Hotel Eumesa, con aspecto de Motel Bates a la entrada de Pontedeume, pero con habitaciones disponibles, que en peores plazas hemos toreado. Problema resuelto. Mañana en Betanzos no nos pasa. Ya hemos reservado dos plazas en un albergue privado en el centro, cerca (esperemos) de la calle de los vinos.

Y si no… ya Dios proveerá.

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