Tengo un casco amarillo

Me queda el sprint final antes de las vacaciones. Sólo un día más de trabajo y el esperado y necesario descanso será una realidad. Nada más que veinticuatro horas eternas. Luego el tiempo empezará a pasar deprisa, tanto que parecerá que se me escapa de las manos. Me cuesta concentrarme ya. La cabeza se me va en lo que tengo por delante, e incluso en planificar el viaje del próximo verano. Pretendo que sea un viaje ambicioso, uno de esos viajes que se quedó pendiente en una ocasión anterior y creo que ha llegado el momento de hacerlo. En esta vida, que es la única, no se puede dejar nada para mejor ocasión, porque no hay mejor ocasión que el momento presente.

Pero, justo por ello, no quiero dejarme arrastrar por lo que aún es un sueño. Ahora tengo Granada por delante, al alcance de la mano ya. Se merece toda mi atención y yo me merezco disfrutar de este viaje. Va a hacer calor. Es lo normal, claro. Lo hemos consultado y no parece probable que esta vez nos llueva. Quizá al final de la semana refresque algo, lo que será de agradecer.

Me cuesta dormir pensando ya en la carretera. Es esa sensación de todos los años, a medio camino entre las ganas ansiosas y la pereza. Sé que las primeras terminarán imponiéndose a esta última, por eso no me preocupa. Más me preocupa que se me olvide algo. Hoy he retirado las entradas para visitar la Alhambra el próximo miércoles. Las tenía compradas hace tiempo, pero no había sentido hasta ahora la necesidad de recogerlas. Ahora toca no perderlas. Están entre los papeles de la moto, que espero no olvidar cuando me ponga en ruta.

Va a ser una ruta extraña. Se parecerá más a una escapada de fin de semana que a uno de los grandes viajes anteriores. Eso de llegar a tu destino final el mismo día de la partida… También tiene sus ventajas, claro.

Es hora de acostarme. Cuanto antes llegue mañana, antes me pondré en faena en mi último día de trabajo y antes iniciaré, a su término, mis vacaciones. Apagaré el móvil, encenderé el de las vacaciones y me desconectaré por treinta días de mi vida como el recién nacido al que le cortan el cordón umbilical desconecta de su madre. O al menos lo intentaré.

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NOTA: No es habitual ver a un motero custom con un casco amarillo. Si este año veis a alguno, seguramente sea yo.

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