En el bonito puerto antiguo de La Rochelle hemos encontrado un primo lejano de nuestros -tan echados de menos- chiringuitos costeros. Aunque por estas tierras tienen la peculiar costumbre de echarle a todo lo que ponen en la plancha una especie de aliño a base de ajo picado que hace que todo sepa casi igual, estos «fruits de la mer» a nosotros nos han sabido a gloria. A gloria con recuerdos gloriosos de El Puerto y Sanlúcar de Barrameda, a donde -por cierto- hemos pactado una próxima excursión motera, más que nada por aquello de recuperar el omega-3 que tenemos pendiente.
Y a quien suscribe, estas aliñadas sardinas le traen recuerdos de la gran afición familiar a estos sabrosos habitantes de las costas malagueñas.Y de las fotos -y las risas- que siempren acompañan a los espetos. Y recuerdos de la escurridiza sardinilla playera, tan difícil de atrapar. A todos, besos.