Mi Festival de Sevilla (II): ‘Rock ‘n’ roll is not dead’

'Rock 'n' roll is not dead' cuenta la historia del encuentro entre dos hijos de aquella generación de músicos sevillanos: Sammy Taylor, vástago del gran Silvio, que prácticamente supo de su existencia una vez fallecido éste en octubre de 2001, y Charlie Cepeda, hijo de Carlos Cepeda, que se subió a tocar la guitarra por primera vez en un escenario con la banda de su padre, Entresuelos, cuando sólo tenía 8 años. De aquel encuentro, que se produjo en 2013, nacería Los Labios.

En mi extravagante selección de títulos del Festival de Cine de Sevilla, éste formaba parte de ese grupo reducido de películas que he elegido por intereses personales. Sin desdeñar los aspectos cinematográficos, por supuesto. La cinta de Charlie Boy y Mauricio Angulo ‘Rock ‘n’ roll is not dead’ hunde sus raíces en la época y los músicos que inspiraron lo que con el tiempo se llamó rock andaluz, y de cuya primera Historia, escrita cuatro décadas después de aquella explosión, soy yo su autor.

De hecho, la película cuenta con la participación de algunos de los personajes que pueblan mi Historia del Rock Andaluz, como Antonio Smash, Ricardo Pachón o Raimundo Amador, y suena la música de gente como Smash, Lole y Manuel o Triana. Y, por supuesto, Silvio. El rockero Silvio, el legendario Silvio, el único Silvio que no necesita apellidos, porque su leyenda se asemeja a la de Elvis (a quien también le sobra el apellido) y, en algunos aspectos, la supera, a decir de Andrés Herrera, Pájaro.

‘Rock ‘n’ roll is not dead’ cuenta la historia del encuentro entre dos hijos de aquella generación: Sammy Taylor, vástago del gran Silvio, que prácticamente supo de su existencia una vez fallecido éste en octubre de 2001, y Charlie Cepeda, hijo de Carlos Cepeda, que se subió a tocar la guitarra por primera vez en un escenario con la banda de su padre, Entresuelos, cuando sólo tenía 8 años. De aquel encuentro, que se produjo en 2013, nacería Los Labios, una banda de sonido impecable y reminiscencias a grupos como los Beatles, los Rolling Stones o los Sex Pistols, entre otros, que completaban en un primer momento Álvaro Suite, Ricky Candela y Fernando Reina. Todos ellos, músicos de dilatada y sólida experiencia.

El documental, proyectado en el Festival de Cine de Sevilla con presencia de sus responsables, narra el origen del grupo y su trayectoria hasta nuestros días. Su ritmo narrativo es trepidante, con algún altibajo. El montaje y el sonido, excepcionales. Y el guión reproduce bien las tensiones que vive el grupo a lo largo de su corta pero intensa existencia. La exaltación vitalista del día a día de una banda de rock, sin embargo, resulta hasta cierto punto melancólica. Los amantes de esta música ya sabemos que el rock ‘n’ roll no ha muerto, otra cosa es lo que piensen los demás. Los Labios es una banda que, desde el título de la cinta, reivindica un lugar en el mundo de la música, que se le resiste.

En una época de reggaeton y sonidos generados por ordenador, a una banda que apuesta por los sonidos orgánicos puros y el rock que se hacía en los años 60 y 70 en Reino Unido, principalmente, que ha grabado sus discos en los estudios de Lenny Kravitz, con equipos utilizados por los Stones y por Pink Floyd, le cuesta encontrar su sitio. La calidad la tiene. Lo saben ellos y lo sabe quienes los escuchan. Pero los conciertos no llegan, o llegan mal.

‘Rock ‘n’ roll is not dead’ no deja de ser una película realizada para la promoción de una banda empeñada en seguir su camino y no el que marcan tendencias más actuales. Para varias generaciones, esto resulta muy de agradecer. Y eso, además, no tiene por qué ser negativo. De hecho, es algo no sólo absolutamente legítimo, sino que cumple una función pedagógica: Muchos de los que vean la película descubrirán a una banda como las de antes, con un sonido clásico (y por ello eterno) y potente, y un directo espectacular. Lo que viene siendo una banda de rock ‘n’ roll en condiciones.

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