Me topé con Malabriega de casualidad, cuando yo andaba buscando información para mi libro sobre la historia del rock andaluz. En aquel momento trataba de reunir algunos datos sobre los Mártires del Compás, que fusionaban los ritmos latinos con el flamenco y las sevillanas, y contacté con Manuel Soto, ‘Noly’, guitarrista del grupo. Me estuvo explicando la trayectoria de la banda, lo que hacían, cómo funcionaba… Y de repente, me preguntó si quería conocer a una banda actual, incipiente, que estaba haciendo rock progresivo hoy, como en su día hizo Triana. Le dije que sí, por supuesto, y así surgió en la conversación el nombre de Malabriega.
Nos citamos unos días más tarde en un local de ensayo que estaba, si mal no recuerdo, en el polígono industrial de la Carretera Amarilla. Hoy no sabría llegar sin ayuda. Allí conocí a Juan Castro, el cantante y autor de muchas de las letras, a Joaquín Sainz, que toca la guitarra eléctrica en la banda, a Sergio Carmona, el bajista y a Rau (así, Rau, no Raúl) Gómez, el hombre de las baquetas. La banda la completaba el propio Noly tocando la guitarra flamenca. Ya tenían un EP en la calle, La duda, y andaban preparando su primer LP, Fiebre, que saldría a la calle, aproximadamente, al mismo tiempo que mi libro.
Han pasado algunos años de aquello, con una pandemia de por medio. Este jueves, Malabriega volvió a subirse a un escenario para desempolvar sus viejos temas y presentar algunos de los que formarán parte de su nuevo trabajo, actualmente en preparación, que verá la luz, probablemente, a final de año. ¿Qué les puedo decir? En este tiempo, el grupo ha crecido y ha crecido bien. No en número, que son los mismos. Pero si en profundidad y en solidez, en experiencia… Su repertorio es amplio, como sus seguidores, que corean sus temas y les piden que toquen sus grandes éxitos.
Hoy puedo confesar que, cuando publiqué la Historia del Rock Andaluz, tenía un pellizco cogido. Yo estaba seguro de acertar cuando metí a Malabriega en la nómina de bandas como Triana, Alameda, Medina Azahara, Guadalquivir, Caí o Imán Califato Independiente, entre otras, como prometedora y muy joven banda que hacía lo que todos ellos habían hecho cuarenta años atrás, aunque dándole una pátina nueva, más acorde con los tiempos que vivimos. Y ahora sé a ciencia cierta que no me equivoqué. Hoy , estoy convencido, la banda está haciendo historia, en un momento en el que hacerse un hueco en el mundo de la música es especialmente difícil. Siempre lo ha sido, pero ahora quizá más.






Concierto en la Sala X
El concierto ofrecido en la Sala X de Sevilla ante un centenar de personas, quizá algunas más, mientras Marc Anthony metía a 45.000 personas en el estadio olímpico, fue una muestra de la solidez que tiene la banda. Llevaban tiempo sin subir a un escenario, por lo que este primer concierto tras la pandemia les tenía que servir para quitarse el óxido, como avisó Juan Castro. Lo hicieron en lo que tardaron en sonar los dos primeros temas.
La banda hizo un recorrido por los temas de sus anteriores trabajos y presentó algunos de los del nuevo disco, que apunta muy alto. Y lo digo con absoluta sinceridad y con la máxima confianza y el deseo de que así sea. El concierto fue de menos a más, para terminar en lo más alto, con sus particulares versiones de Rumor (Triana) y La leyenda del tiempo (Camarón), que han hecho suyas, y el Tormento de su primer álbum como colofón.
No es fácil lo que están haciendo… pero lo están consiguiendo. Están haciendo, como los grandes nombres del rock andaluz cuarenta años antes que ellos, música con raíces. Pero, además, le están sabiendo imprimir un sello propio. Enhorabuena.