Luna lunera

Granada de noche. La luna de plata que cautivó a Lorca y el quejío de Morente rompen la oscuridad del Albaicín. La voz de un cantaor se cuela en mitad de un murmullo sordo en el Mirador de San Nicolás. Éxtasis silencioso. Sólo se oye el click virtual de las cámaras de fotos. Algún flash convierte en fantasmagórica la plaza, completamente a oscuras. La vista no se cansa de la estampa. Desde la distancia y la altura del Albaicín se aprecia el conjunto de la Alhambra en su plenitud. A este lado, robusta y firme, la Alcazaba. En el otro extreno , los palacios nazaríes, entre los que se ha colado el renacentista de Carlos V. Y allá, como en otra dimensión, el Generalife.

Hoy hemos caminado bastante. Por la mañana, era cuesta abajo, eso sí, hemos llegado desde el hotel, que se encuentra a cien metros más arriba de la entrada al castillo rojo de la Alhambra, hasta el Parque de las Ciencias. Una hora a pie. Sin prisas, que estamos de vacaciones. Merece la pena la visita. Especialmente si se va con niños o con frikis de la Ciencia, en el sentido más amplio de la palabra, que era mi caso. El friki es Emilio, no yo. Pero yo iba con él. Yo me quedo con la exposición dedicada a los treinta años de la compañía de titiriteros Etcétera. Emilio estaba muy interesado en la exposición del cerebro. El planetario, algo decepcionante. Hemos entrado en la sesión dedicada a Escher, el de los dibujos de las geometrías imposibles. Me ha sabido a demasiado poco, pero bueno.
La visita es algo caótica. Mucho que ver en demasiado poco tiempo. Y las diferentes exhibiciones coinciden en el horario. No es un museo para ver de una vez. Pero tampoco para dedicarle mucho más tiempo en este viaje.
También hemos vuelto andando desde el Albaicín hasta la Alhambra. La muchacha del bar en el que cenamos se extrañaba de que quisiéramos subir a esta hora hasta la Alhambra. Mi amigo Jesús también me advirtió de que la Cuesta de Gomérez, que sube desde la Plaza Nueva hasta la Alhambra y hasta nuestro hotel, no era un lugar muy recomendable. Nosotros, hasta ahora, lo peor que hemos encontrado ha sido la subida. De vuelta por la noche se hace dura. Pero que todo sea por rebajar el colesterol.
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