Hasta ahora no hemos hecho casi mención a nuestras motos, y éste es el blog de un viajero en moto. Son las mismas compañeras desde hace unos años. Una Harley Davidson Sporster 883 la de Emilio y la XVS1300A de Yamaha, la Midnight Star, que yo conduzco.
En este viaje, como en los anteriores, llevamos de apoyo un GPS Garmin y un netbook, con el que además de contar lo que da de sí cada día en este blog, consultamos la ruta que vamos a hacer cada día y reservamos los hoteles en los que nos vamos a alojar. He descubierto este año Booking y, hasta ahora -toco madera-, estamos teniendo bastante suerte con los alojamientos.
Pero quería hablar de las motos, que del viaje y sus circunstancias hablo todos los días. En concreto de los depósitos de gasolina. El de la Sporster (12 litros, incluida la reserva) es excesivamente limitado. Emilio dice que no, pero siendo objetivos, y con esta entrada trato de ayudar a quien decida emprender aventuras como ésta viajando en moto, sí se queda corto.
Un depósito tan pequeño bliga a respostar cada 150-160 kilómetros, para no tocar la reserva. Y eso implica empezar a buscar gasolinera cada vez que se pasan los 100 o 110 kilómetros desde el último respotaje. Si el camino discurre por autovía, no suele haber problema. Y una parada cada hora y media o cada hora y tres cuartos para estirar las piernas viene hasta bien. Pero en cuanto te alejas un poco de las autovías y te adentras en carreteras secundarias, que son el hábitat natural de las motos, empieza a ser un problema, porque a veces cuesta encontrar gasolineras. Y uno, cuando viaja de vacaciones, lo que no quiere son problemas.
El GPS te dice dónde están las gasolineras más próximas, sí; pero no te teletransporta hasta ellas. La Yamaha tiene muchas más autonomía (sin ser una moto de trail o una de turismo), y puede hacer 250 o 300 kilómetros antes de que se encienda la luz de la reserva.