En Cuenca probamos el morteruelo y comimos lomo en orza; en Jaca compramos quesos pirenaicos -parte de los cuales aún nos acompañan- para almorzarlos en Javier a la sombra del castillo de la Compañía de Jesús; también probamos los embutidos de ciervo y jabalí propios de la zona; en Burgos fueron la morcilla y el lechazo, espectaculares; en León, cocido con los garbanzos pequeños y tiernos de La Bañeza; y en Oviedo, quesos asturianos, sidra y lacón. Mañana, pixín, para empezar, fabada y siesta. Y aún no hemos puesto pie en Galicia.
«Entiendo que haya borrachos», decía mi abuelo cuando le servía una copa de buen vino de Jerez. «Esto está buenísimo», concluía. Yo entiendo que en España haya gordos. Donde quiera que vayas se come bien. Y por comer bien, me refiero al placer de comer, de sentarse a la mesa y disfrutar de olores, sabores, formas, colores y texturas, no a la mera satisfacción de la necesidad de alimentarnos. En fin… Menos mal que en mis viajes siempre llevo un poco de Alkaseltzer.
León era sólo una parada en el camino. Para el avituallamiento y la contemplación de la catedral gótica. Viajar cura enfermedades, sobre todo la de los nacionalismos. Si nacemos donde nacemos por puro azar, ¿por qué va a ser mejor lo nuestro? Basta salir, abrir los ojos y disfrutar. Ni siquiera es necesario comparar. Hay que sumar, no solapar. Enriquecernos descubrimiendo nuevas formas de la belleza. El gótico traslada el mensaje de las piedras de los capiteles a la luz de las vidrieras.
Oviedo es un hito importantísimo en el Camino de Santiago, en los últimos años frecuentemente olvidado por no encontrarse en el trazado francés, el más concurrido. La Catedral, dedicada al Salvador, se convirtió en un punto destacado de la ruta jacobea. Una placa en el suelo lo recuerda. Comenzaba el siglo IX cuando el rey astur Alfonso II ‘El Casto’ inició su primera peregrinación a Santiago de Compostela para venerar los restos del apóstol y fundar allí la primera basílica dedicada a Santiago. Una antigua copla asturiana dice: «Quien va a Santiago y no va a El Salvador visita al vasallo y no al Señor». Pues eso.
Por cierto: la fabada, mañana, la paga Emilio. La culpa la tienen Pedro, Messi y Xavi.