La tumba de Roderico Didaci Campidoctor

No pudo ser. Fuimos a Santo Domingo de Silos, sí. Precioso claustro románico. Impresionante. Espectacular. Pero no oímos finalmente a los monjes cantar gregoriano. Lo hacen en cada oración del día, y tienen una cada pocas horas. Y no teníamos demasiado tiempo. Este viaje es muy ambicioso, queremos ir a muchos sitios y, además, permanecer en ellos y conocerlos y… Y no es posible.

Silos es especial. Entrar en el claustro románico es abrir la puerta a otra dimensión. Temporal y espiritual. Las columnas pareadas -juntas o separadas, según el artista que las talló-, los capiteles únicos, el ciprés, único testigo de todo este tiempo detenido, los relieves de cada esquina… El de Santo Tomás me atrapa. Me agarra fuerte y no me suelta: el Cristo levanta el brazo y separa al incrédulo Tomás de los creyentes. San Pedro con las llaves del cielo, San Pablo con arrugas en la frente, San Juan con barba y pelo rizados y observando la escena para relatarla luego en su Evangelio…

Y la Catedral de Burgos para qué contar… Hemos llegado a ella a pie, siguiendo las flechas amarillas que indican la dirección de Santiago de Compostela. Es imposible apreciar todos los detalles de este templo único, que el cabildo burgalés permite que se visite de manera gratuita los martes. Sus dos torres gemelas únicas recuerdan a la Catedral de Colonia. Y cuesta identificar al personaje histórico cuyos restos, supuestamente, se encuentran bajo una lápida justo debajo del cimborrio del crucero: Roderido Didaci Campidoctor. Efectivamente, se trata del Cid.

En el claustro de arriba me quedo prendado con otro grupo escultórico. A diferencia del de Silos, éste es un altorrelieve, con figuras que prácticamente se salen casi por completo del plano, y que representa la hermosa escena de la adoración de los Reyes Magos. No cuelgo la foto, porque la quiero usar como felicitación en las próximas navidades.

Y el papamoscas…

Me encanta Burgos. Tenía que haber venido antes. Es una ciudad preciosa, donde se come muy bien y donde, por fin, parece que refresca algo. Sólo por la noche. Y sólo lo parece. Ojalá no se arrepienta.

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