Esta noche, fado. Desgarrador fado. El cante jondo portugués. A cincuenta euros la cena, a 25 sólo el espectáculo. Bueno, si uno odia la Anselma es porque ha ido. En esta vida hay que probarlo todo. O casi todo. Los guiris se van contentos de los tablaos en Sevilla, pese a la clavada. Y qué somos nosotros en Lisboa, sino guiris. Rudos y viajados moteros… guiris, capaces de sorprendernos con el precio de la gasolina y los pateis de nata de Belem. No los recordaba yo tan ricos, la verdad. Y hoy me han sabido a gloria. Como el almuerzo, en esa pequeña taberna cerca de los Jerónimos, mais portugués, tal vez, que el fado que oiremos esta noche. Quién sabe…
Mañana volveremos a rodar, seguramente. Lo terminaremos de decidir durante la cena. No es que hayamos dejado de hacerlo, que por Lisboa nos estamos moviendo con las motos. pero mañana robablemente carguemos los equipajes de nuevo para hacer una ruta de acantilados. Primero, Sintra. Y luego, si podemos, tal vez el cabo Espichel, el cabo da Roca, el punto más occidental de Europa, el cabo de San Vicente…