Después de pasear por el bello puerto de La Rochelle y de almorzar junto a la antigua bocana a base de sardinas, chipirones y gambas, como si estuviéramos en Sanlúcar de Barrameda (salvando las distancias, que son muchas), nos dirigimos a Rochefort. En Francia hay muchos pueblos que tienen este nombre y nada tienen que ver con el queso Roquefort. Este Rochefort donde nos quedamos no tiene nada, pero no encontramos alojamiento en La Rochelle… Hubiera sido un punto, la verdad.
