Anoche fuimos al teatro. Un tal Shakespeare. En la Sala Cero Teatro, en Sevilla. Muy divertida. Esta noche y mañana hay función. No sé cuándo leerás esto, pero si estás a tiempo, no dejes de ir a verla. Te alegrarás, estoy seguro. Nosotros lo pasamos muy bien. Nos reímos mucho, aprendimos también. Y, sobre todo, pudimos desconectar durante un rato del ruido. «¡Qué necesario es el rock’n’roll, qué prescindible el cuero!», canta Fito.
La risa es terapéutica. La cultura también. La cultura, en general y en el más amplio sentido de la palabra. Es necesario reír, pero también es necesario escuchar, abrir la mente a aquello que puede enriquecernos. Escuchar… Nosotros vamos al teatro cuando podemos. Y a escuchar música. Que oírla, la oímos cuando conducimos, cuando trabajamos, cuando compramos en el supermercado, cuando esperamos para ser atendidos en alguna consulta, o cuando nos tragamos los anuncios de la tele. Pero escuchar es otra cosa. Requiere una actitud activa y una disposición a dejarnos transformar.
En Shakespeare, no estoy desvelando nada, pueden ir a ver la obra después de leer esto, confluyen todas las pulsiones del ser humano juntas. La risa, el llanto, el dolor, el amor, la venganza, los celos, el desenfreno, la duda, la pasión… Marcel Tomàs, el actor que lleva el peso del espectáculo y que lo hace de forma soberbia, por cierto, concluye la representación con un brindis (muy shakesperiano eso, sí) por el teatro y por la cultura. Y recuerda al público de la sala que acaba de asistir a algo único, irrepetible, lo que lo convierte de alguna manera en un público privilegiado.
A veces, quienes me conocen lo saben, yo mismo recomiendo algún espectáculo del que ya he disfrutado, con una coletilla que viene a decir lo mismo que decía anoche Marcel Tomàs: Si te lo pierdes, nunca sabrás lo que te has perdido. Por eso hay que consumir cultura. Porque la cultura nos convierte en privilegiados, nos hace sentir, nos hace pensar, lo que también nos hace mejores, nos hace únicos y nos regala momentos de paz y de esperanza en medio de nuestras guerras diarias, que tienen vedada la entrada en el teatro.
‘Siete Palabras’ de Haydn: la Pasión según Ucrania
Nuestras guerras y también las de otros. Porque la cultura no podrá acabar materialmente con guerras como la que se libra en Ucrania. ¡Ojalá pudiera! Pero puede ayudarnos a entender el drama, el dolor, el llanto de sus víctimas, e incluso a aliviar en algún grado tanto drama, tanto dolor, tanto llanto…
Franz Joseph Haydn escribió las Siete Palabras como un oratorio para el tiempo de Cuaresma en el que nos encontramos por encargo de la Iglesia de la Santa Cueva de Cádiz. Ten lejos como Austria, tan cerca como Cádiz. El cuarteto de cuerda Almaclara · Inés Rosales lo interpretará en unos días en el mismo escenario de la Sala Cero en el que anoche nos reíamos a mandíbula batiente. Tan lejos, la risa del llanto, tan cerca como dos sentimientos del corazón humano.
La formación musical y la sala han acordado destinar en esta ocasión la recaudación íntegra del concierto a una entidad como ACNUR, para ayudar a mitigar el sufrimiento inmenso que la guerra en Ucrania está causando a millones de personas obligadas a abandonar su casa, su país, su vida por culpa de ésta y de todas las malditas guerras. Es cierto que la de Ucrania es una más de las muchas guerras que hay repartidas por el planeta. Pero a nosotros nos coge más cerca, espacial y emocionalmente. Por alguna razón, nos vemos reflejados en los ojos de los ucranianos de una manera más nítida, más reconocible. Y por eso esta guerra nos duele como ninguna otra.
La obra que se representará el miércoles próximo en la Sala Cero Teatro es la versión de cuarteto que el mismo Haydn, tan sinfónico él, adaptara para lograr el recogimiento que sólo la música de cámara consigue transmitir. Y, además, se presenta con el complemento de danza contemporánea que aportará la bailarina y coreógrafa Leticia Gude, que redundará en el dramatismo de las sonatas, inspiradas en los instantes previos a la muerte de Cristo en la Cruz.
Los que tenemos el privilegio y la oportunidad de disfrutar de la cultura y de dejarnos transformar por ella, estamos obligados a aprovecharla. Por eso, sinceramente, creo que no debes perderte este concierto, como tampoco debes perderte la mencionada Un tal Shakespeare. Las Siete Palabras de Haydn será el miércoles, 30 de marzo. A las 20.30 horas. En la Sala Cero. Si te lo pierdes, ya lo he dicho antes: nunca sabrás lo que te has perdido. Así que hazlo por ti. Y hazlo también por todos los cristos del mundo. No cuesta nada. Casi nada.