El necesario homenaje de Medina Azahara a Triana

Medina Azahara, la mítica banda de rock, única superviviente del primer rock andaluz de los años 70, anda de gira con su nuevo disco de homenaje a Triana, el grupo que abrió aquella senda. Un disco y una gira necesarios.

Una banda de rock no se mantiene más de cuarenta años en la carretera únicamente por suerte, ni por marketing, ni por moda. Hace falta mucho trabajo, mucho sacrificio, mucha calidad, mucho sentido común y un poco de suerte. Sólo un poco. Y, además, ésta, sin todo lo demás, no sirve para nada. Ésa es la clave de lo que está haciendo Medina Azahara, la banda decana del rock andaluz, al frente de cuyo timón, desde el primer día, se encuentra el incombustible Manuel Martínez.

Manuel siempre fue un gran admirador de Triana y una persona muy inteligente. Además, claro, de poseer una capacidad vocal al alcance de muy pocos y una fortaleza increíble que le permite continuar dándolo todo en los escenarios casi medio siglo después de subirse a uno por primera vez. Y con 70 años ya cumplidos, huelga decirlo. Desde el primer momento tuvo claro que la banda de Jesús de la Rosa, Tele Palacios y Eduardo Rodríguez Rodway era mucho más que una banda más. Y supo sacarle partido a ello.

Desde el primer momento, Manuel Martínez tuvo claro que la banda de Jesús de la Rosa, ‘Tele’ Palacios y Eduardo Rodríguez Rodway era mucho más que una banda más. Y supo sacarle partido a ello.

Javier García Pelayo descubrió a Medina Azahara en 1979, tras actuar la banda en un festival en Écija. La historia es curiosa, porque García Pelayo tenía la maqueta que la banda había grabado en Radio Córdoba y no le había hecho ni caso. Como nadie le hizo caso. Hasta que Juan Pirula le dijo a Javier que le habría encantado oírlos, que habían estado espectaculares en el festival.

Entonces se acordó de la maqueta, la buscó, la escuchó y supo que tenía una joya entre manos. García Pelayo buscó a su hermano Gonzalo, que ya había grabado con la Serie Gong a Triana, Alameda, Lole y Manuel y otros muchos, y le llevó la cinta para que la escuchara. Algo debió ver en esa música, porque el productor citó a la banda a una reunión junto con su hermano, que se convirtió en road manager de Medina Azahara, y con representantes de varias discográficas.

1979: El año del no retorno

Insisto en que era 1979. Triana había sacado ya su tercer disco y disfrutaba de un éxito que se le había resistido cuando cuatro años antes salió su primer álbum. Alameda se había estrenado ese año. Veneno había grabado en 1977 su mítico álbum y los hermanos Raimundo y Rafael Amador, junto con Kiko Veneno y los músicos de Alameda (Pepe Roca, Rafael y Manuel Marinelli, Manolo Rosa…) preparaban con Camarón La leyenda del tiempo.

Cai e Imán Califato Independiente ya habían sacado sus respectivos primeros discos y Guadalquivir acababa de publicar su legendario disco verde. Las discográficas que un lustro atrás habían cerrado sus puertas a Triana, ahora, tras el éxito que estaba alcanzando no sólo esta banda, sino todas las que habían seguido su estela, se peleaban por incorporar a algún grupo con sello andaluz a su catálogo.

En aquella reunión, las distintas compañías se disputaban a Medina Azahara, que hasta hacía bien poco se había venido llamado Retorno, cuando actuaba en ferias haciendo versiones. Cuando se decidió a soltarse la melena y cantar sus propios temas es cuando cambió su nombre por el de Medina Azahara.

En 1979, Triana había sacado ya su tercer disco y disfrutaba de un éxito que se le había resistido cuando cuatro años antes salió su primer álbum. Alameda se había estrenado ese año. Veneno había grabado en 1977 su mítico álbum y los hermanos Raimundo y Rafael Amador, junto con Kiko Veneno y los músicos de Alameda (Pepe Roca, Rafael y Manuel Marinelli, Manolo Rosa…) preparaban con Camarón ‘La leyenda del tiempo‘.

La condición de Medina Azahara

La banda se sentía un poco abrumada por aquel repentino e inusitado interés por parte de las discográficas, y, en un aparte, Manuel Martínez cogió a Gonzalo y dejó en sus manos la decisión de con quién grabarían. Sólo puso una condición: Que la discográfica no fuera Movieplay, que tenía ya contrato con Triana.

Me lo contó Manuel Martínez cuando preparaba mi Historia del Rock Andaluz (Almuzara y Centro de Estudios Andaluces, 2018). No era por animadversión, sino por todo lo contrario. Entendían que la compañía que tuviera a Triana en su catálogo no iba a apostar por ellos como números uno, sino de forma subsidiaria con respecto a Triana. Y ellos no querían ser un producto de segunda categoría, y, por esta razón, querían que la compañía que quisiera tenerlos consigo pusiera toda la carne en su asador.

La banda cordobesa, finalmente, fichó por CBS (que con el tiempo se transformaría en Sony) y grabó su primer disco, que llevaba por nombre el de la banda, Medina Azahara, algo frecuente en la época, tratándose de un primer trabajo. El disco salió a la luz en 1980.

Llegó el día

Han pasado 42 años desde la publicación de aquel primer disco y no sé cuántos lleva grabados ya la banda, a razón de un disco cada año y medio o dos años. La clave está, me contaba Manuel, en no parar. Manuel Martínez no sabe qué son unas vacaciones. La banda se tomó un año sabático y él aprovechó para sacar un disco en solitario y hacer una gira. Y antes de cumplirse el año ya estaba convocando a los integrantes de Medina Azahara para volver a ponerse en la carretera.

El último trabajo lleva por título el del último álbum que grabó Triana antes del fallecimiento de Jesús de la Rosa en 1983, Llegó el día. El disco ya lo había escuchado y este viernes, 11 de febrero, asistí al concierto que ofreció la banda en Sevilla dentro de la gira de presentación del mismo. Dejando al margen el asunto de la muy mejorable acústica del auditorio de Fibes, la experiencia no pudo ser más gratificante.

En muy pocas ocasiones el público conoce todos los temas de un disco nuevo tan bien como el público de este concierto. Todas, de la primera a la última, cada una de las 24 canciones que Medina Azahara interpretó fueron coreadas a viva voz por los asistentes. Dos horas y media de concierto, a lo largo de las cuales Medina Azahara interpretó de manera impecable y con absoluto respeto a las versiones originales 16 éxitos de Triana, entre los que estaban todos los grandes.

Así, Medina interpretó Hijos del agobio (con la que abrió el concierto), Luminosa mañana, El Lago, Diálogo, Una noche de amor desesperada, Sentimientos de amor, Rumor, Desnuda la mañana, Sé de un lugar, Cae fina la lluvia, Señor Troncoso, la profética Llegó el día (que da título al último álbum de Triana y al último, de momento, de Medina Azahara), Tu frialdad (que puso al público en pie), Quiero contarte, Abre la puerta y Recuerdos de una noche, que cantó con gran acierto Manuel Ibáñez, el teclista de la banda, mientras Manuel Martínez se preparaba para la segunda parte del concierto.

Y, por fin, Medina Azahara

Y eso que en el disco dedicado a Triana, Medina Azahara sólo ha grabado 10 temas. Sin embargo, desde aquel mítico concierto de Leganés de 1990, que se convirtió en el primer disco en directo de la banda, siempre, en cada actuación, ha incorporado algún tema de Triana, de la que se sienten de algún modo deudores, por haber abierto en su día el camino por el que aún ellos transitan. Y es por ello que la versión que ofrecieron de Abre la puerta el viernes en Sevilla, muy anterior al disco, tiene mucho más sabor a Medina Azahara que el resto de los temas de Triana que tocaron en el concierto.

Abre la puerta es, en mi opinión, el tema más importante que hizo Triana. Y sé lo arriesgado de la afirmación. Pero me parece que encierra, también por lo simbólico, el testamento musical de la banda. Es, por un lado, un ejemplo claro de rock progresivo, por la duración de la pieza y la evolución que va experimentando a medida que avanza. Pero también su ritmo de bulería es una muestra manifiesta del mestizaje que entraña este tipo de música. Además es el primer tema del primer álbum, con el que Triana abría la puerta a una nueva forma de hacer música. Y, también, la canción con que la banda cerró su última actuación en aquel festival benéfico de San Sebastián, tras el cual, de regreso a casa, Jesús perdió la vida.

Al fin llegó Medina Azahara. O los temas de Medina Azahara, porque la banda, capitaneada por Manuel Martínez junto con sus lugartenientes Paco Ventura y Manuel Ibáñez, había estado bien presente desde el principio. El público en pie con los primeros acordes de Paseando por la Mezquita. Después vinieron Córdoba, No quiero pensar en ese amor, Velocidad, Al Padre Santo de Roma (versión de un tema del grupo Flamenco y que a mí es la única que me sobró), Necesito respirar, Todo tiene su fin y A toda esa gente, con la que se cerró el concierto.

Medina Azahara sabía que el disco iba a funcionar. Estoy seguro. Tenía dos ventajas de partida, la calidad inmensa de los temas de Jesús, Tele y Eduardo y que a la legión de sus propios seguidores se sumaría la legión de seguidores de Triana. Y, además, obviamente, la propia calidad de la banda y de los arreglos de El Barrio, buen conocedor de la música de Triana. El público, su público, el de Triana y todo el público, en general, necesitaba un disco así y un concierto así tras dos años de confinamientos, distancia social, aforos limitados y mascarillas. Yo, al menos, necesitaba respirar. Necesito respirar.

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