España, 1971. Unos melenudos que hacen música en inglés se han convertido en la referencia española del rock progresivo, que llega a España a cuentagotas, colándose por las fisuras de un régimen que muestra síntomas de agotamiento. Smash lo componen Julio Matito, que toca el bajo y canta; Gualberto García, que toca todo lo que tenga cuerdas; el danés Henrik Liebgott, también guitarrista; y Antonio Samuel Rodríguez, con sus baquetas. Y a ellos se suma en el último momento un racial Manuel Molina.
La banda había nacido en 1968. El periodista y productor musical Gonzalo García Pelayo le ofreció a Gualberto los equipos que tenía Gong, una banda de la que había sido manager pero que en aquel momento se había disuelto. García Pelayo, que con el tiempo sería también director de cine, jugador profesional y últimamente editor literario, quería seguir teniendo un grupo. Tenía ideas en la cabeza y necesitaba una banda para materializarlas. La condición para cederle los equipos a Gualberto era que montara una nueva formación.
Gualberto busco a Matito y a Antonio, que venían de haber tocado con Foren Dhaf. El segundo terminaría por ser conocido artísticamente como Antonio Smash, por la importancia que tuvo la banda. A Henrik lo conocieron un año más tarde, en un festival organizado en Algeciras por Jesús Quintero, donde el danés actuaba con Los Solos, una banda de Jerez de la Frontera.
En 1969, Smash grabó “Scoutting”, su primer single, que pronto se convertiría en un éxito, y ese mismo año la banda fichó por Phillips, que en 1970 publicaría su primer LP, Glorieta de los Lotos. Este disco los llevó a lo más alto del underground no sólo en Sevilla, sino en toda España. Un año más tarde de su alternativa, sacarían We come to smash this time, que los confirmaría como referente de la música más alternativa del momento.
La gente de Smash tiene acceso a la música que triunfa al otro lado del Atlántico a través de las bases americanas de Morón de la Frontera y San Pablo en Sevilla, y de Rota en Cádiz. O más concretamente a través de los soldados americanos destinados en las bases españolas por obra y gracia de los Pactos de Madrid, firmados en 1953 por los gobiernos de Eisenhower y Franco, con los que confraternizaron rápidamente.
Temas propios
Smash hacía algunas versiones de temas de Jimi Hendrix o los Rolling Stones, casi unos desconocidos entonces por estos lares. Pero, sobre todo, componía sus propias canciones bajo la influencia de los mencionados y otros como Frank Zappa. Smash fue, en palabras de Gonzalo García Pelayo, uno de los primeros grupos de rock de España en el sentido estricto, pues hasta entonces aquí había «mucho rock and roll, pero poco rock».
García Pelayo se había topado en París con un disco emblemático de Miles Davis, uno de sus grandes álbumes conceptuales, Sketches of Spain. En él, Davis versionaba en clave de jazz y con su trompeta una selección de música española, como el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, La danza del fuego fatuo, de El amor brujo de Falla, y hasta una Saeta. Ese disco, grabado en 1960 en Nueva York, era completamente desconocido en España más de una década después.
Gonzalo cuenta que se reunió con los Smash en un piso ubicado encima del local que tenía en Sevilla por aquella época, el Club Dom Gonzalo, en el sevillano barrio de Los Remedios. Aquel club era muy frecuentado por los músicos y políticos andaluces, algunos en la clandestinidad entonces, que protagonizaron la Transición. Les vino a contar que para hacer lo que hacía Jimi Hendrix ya estaba Jimi Hendrix y que tenían que buscar un carácter diferenciador para su música. Que, en definitiva, debían hacer pasar su música por sus propias raíces, como Miles Davis había hecho con su Sketches of Spain.
De ‘Sketches of Spain’ a ‘Rock Encounter’
Ahí quedó la cosa, en principio. La idea de mezclar el rock y el flamenco, cuenta Henrik Liebgott, fue de Ricardo Pachón. La banda se había ido distanciando de los García Pelayo y se había buscado nuevo representante. Desde que lo escuchó por primera vez, Ricardo Pachón quedó deslumbrado con el Rock Encounter de Sabicas y Joe Beck. El navarro lo había grabado durante su exilio neoyorquino y no quedó muy satisfecho. Pero a Pachón le encantó desde el primer momento. Intentó hacer algo similar en 1970 juntando a flamencos, gitanos en su mayoría, y rockeros pero resultó caótico, recuerda Henrik, que estuvo presente en el Hotel Murillo, donde se reunieron todos.
Lo que salió de allí, no obstante, llegó a oídos de Oriol Regás, promotor de la discoteca Bocaccio. Éste le propuso a Pachón hacer un disco con producción de Alain Milhaud. Ricardo Pachón contaba con Smash, pero necesitaba a un flamenco y llamó a Manuel Molina, que aún no formaba pareja sentimental y artística con Lole Montoya. Manuel estaba haciendo la mili entonces, y Pachón lo convenció para que se sumara al proyecto a cambio de librarlo del servicio militar.
Regás tenía discotecas por toda la Costa Brava, que cerraban durante el invierno, y puso una de ellas a disposición del grupo, Madox, en la Playa de Aro, en Girona, para que ensayaran. También les dejó cuatro pisos durante el tiempo que duró la grabación, y puso a su disposición los mejores equipos y a los mejores técnicos.
‘El Garrotín’, el principio de todo
La grabación de aquel sencillo (El Garrotín/Los tangos de Ketama) no fue fácil. La banda tendía a hacer su rock y Manuel Molina no encajaba con aquello. Al final se consiguió una especie de entente cordiale, en la que el rock y el flamenco no llegaban a mezclarse, pero sí a convivir amigablemente.
El Garrotín fue un rotundo éxito comercial, aunque la banda no terminó demasiado contenta con el resultado y acabó disolviéndose. Arrancaba Smash, con Julio Matito haciendo rock en inglés, y en un momento dado entraba Manuel Molina, con su voz rota cantando flamenco en español.
No resultó, seguramente, la fusión que Ricardo Pachón buscaba, pero su importancia en la música posterior fue trascendental. El Garrotín de Smash fue un punto de inflexión en la música en España, a partir del cual los músicos del momento iniciaron un periodo de experimentación que desembocó en lo que con el tiempo se denominó rock andaluz, cuando los jóvenes rockeros dejaron de querer parecerse e Jimi Hendrix para empezar a ser ellos mismo.