(Por Emilio)
Hoy hemos vuelto a esa parte del camino… Al menos en parte. En un día de tremendo calor, mientras la prensa local transmitía el temor a una ola de temperaturas saharianas y comentamos lo acertado de nuestra elección de fechas y clima, hemos hecho un precioso recorrido por algunos de los principales santuarios de estas rutas, joyas del arte románico y cuna de espiritualidad española y universal. Recorrido motero por carreteras de curvas que comenzamos por el impresionante monasteriode San Juan de la Peña, excavado en la majestuosa roca que forma la montaña, donde los capiteles del claustro transmien las enseñanzas bíblicas en formas esculpidas con la sencillez -casi inocencia- de los comienzos del arte romanico. A continuacion fuimos al monasterio de Leyre, donde pudimos rezar a la advocacion de la Virgen de la Providencia, talla moderna pero muy bien adaptada a otra de las primeras iglesias románicas, en las que los intentos innovadores de los maestros constructores muestran errores en arcos y capiteles que hoy admiramos por su audacia.
Y finalmente llegamos al impresionante castillo de Javier, uno de los epicentros de la espiritualidad jesuítica, donde se transmite un ambiente de recogimiento y serenidad que invita a la oración y la admiracion por las obras de estos discipulos de vocación eclesial universal. Además del museo y recorrido por la historia y vida de San Francisco Javier, nos hemos encontrado con una preciosa exposición permanente sobre las misiones -las reducciones- en la América española que bien merece la pena la visita. Y el recogido oratorio y la pequeña capilla con el crucificado sonriente permiten al viajero, incluso a los acalorados moteros, encontrar un remanso de paz donde hacer presentes a todos los que nos acompañan en el camino.
(Y sí, os contamos dos puntos de vista, a veces distintos de la misma realidad, los mismos con los que nos reímos cada vez que hacemos balance de las peripecias viajeras…)