Bien está…

No pensaba escribir nada esta noche. Estoy muy cansado después de hacerme probablemente más de 700 kilómetros desde Gap a Barcelona. Podíamos haber hecho la etapa en dos partes, pero el regreso de un viaje siempre es el regreso… Los kilómetros de la ida no pesan lo mismo que los de la vuelta. Deshacer y volver a hacer la maleta cada ve cuesta más. En Gap dejábamos atrás los Alpes, y nos quedaba por delante un árido camino de autopista. ¿Para qué prolongar, pues, el triste final? A mí aún me queda el epílogo de un millar de kilómetros hasta Sevilla, pero la mitad de la expedición ha puesto fin a la aventura aquí, en Barcelona. Lo siento por él, que tendrá que volver a la cruda realidad dos días antes que yo…

Se acerca (quizá ya haya pasado, incluso) ese momento en que uno no quiere que termine lo bueno, pero al mismo tiempo quiere pasar página pronto. Tal vez para poder guardar la esencia antes de que el exceso acabe con todo. Bien está lo que bien acaba. Y este viaje (yo llevo unos 5.200 kilómetros, creo, y me queda un millar más) está acabando bien. Por mucho que en esta última (de momento) estapa entre Gap y Barcelona la autopista nos haya aburrido sobremanera; por mucho que el GPS nos haya hecho dar un rodeo de tal vez 150 kilómetros para traernos al mismo punto; por mucho que los intercomunicadores hayan dejado de funcionar y eso haya provocado también algún retraso; por mucho que yo haya estrenado las defensas de la moto… Ya están amortizados los 200 euros que me costaron. Y tranquilos que no ha habido caída, ni heridas ni daños que lamentar. Seguramente por cansancio, estando detenida la moto olvidé bajar la pata de cabra sobre la que se apoya… Y comencé a dejarla caer suavemente hacia la izquierda (como siempre que me bajo la moto), hasta que bajó tanto que ya no pudo bajar más… La moto pesa, pero entre dos no hay ningún problema para levantarla.

Al final, el regreso no ha sido por la Costa Azul, como habíamos imaginado al principio que sería… Para glamour ya tuvimos suficiente con St. Moritz. Y, además, después de habernos recorrido los Alpes, ¿qué íbamos a hacer nosotros por la costa más pija de Europa? Desde Gap, hemos cogido la autopista en dirección a Marsella, pero unos treinta kilómetros antes de llegar, el GPS nos ha desviado por otra autopista hasta Orange, donde enlazamos por fin (me ahorraré el relato de los despistes, primero del GPS y luego nuestro) con la E15, que nos llevó directamente a Barcelona y que, probablemente, me llevará mañana hasta Valencia… Ahora miraré viamichelin a ver qué camino me recomienda.

Os dejo, que el texto de hoy es un coñazo, y aún tengo que dormir, que mañana vuelvo a enfrentarme solo a la carretera… Cuando llegue a Sevilla haré recapitulación del viaje, de lo que hemos contado y de lo que se nos ha quedado en el tintero para rematar este relato.

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Nota: Llevamos dos días sin hacer fotos, y no esperéis que las haga tampoco en mi viaje a través de las Españas… Así que comformaros con imágenes de recurso…

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